Mi cerezo es un cerezo
aunque no venga de Asia.
Es un helecho, una cacia,
es pluma, es barco y es beso.
El saber que yo profeso
es poco porque es distinto.
Busca romper el precinto
asfixiante que es un aula.
Saca al ave de su jaula
y lo llama platelminto.
En lo más profundo de la selva, donde la sabia fluía libremente entre los árboles ancestrales, habitaba una especie de platelminto singular. Durante siglos, estos gusanos habían vivido en armonía con la naturaleza, pero un día, una extraordinaria convergencia de energías transformó su forma. Bajo la luz de la luna llena, los platelminos se vieron envueltos en un resplandor tibio, y de repente, de sus lomos surgieron delicadas alas, similares a las de un ave. Esta metamorfosis singular e inexplicable les otorgó la habilidad de deslizarse entre las copas de los árboles, explorando los cielos como nunca antes lo habían hecho.

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