Cuba excluye las energías renovables de su Cartera de Oportunidades de Inversión Extranjera

La Cartera de Oportunidades de Inversión Extranjera que el Gobierno de Cuba presentó recientemente vuelve a evidenciar una contradicción estructural: mientras se proclama internacionalmente defensora del “desarrollo sostenible” y alineada con los Objetivos de la Agenda 2030, en la práctica mantiene un modelo económico profundamente dependiente de los combustibles fósiles.

Aunque la política del sector energético declara como propósito “tributar al desarrollo de las fuentes renovables de energía”, el sitio web oficial del Ministerio de Comercio Exterior demuestra que el peso real de las inversiones propuestas se concentra casi exclusivamente en la exploración y explotación petrolera.
No sólo se trata de un desbalance técnico: es un retroceso ambiental, económico y social en un país que produce apenas 4,3 % de su electricidad a partir de fuentes renovables.

Una Cartera supuestamente “renovable” dominada por los hidrocarburos

El documento asegura que la inversión extranjera debe apoyar la transición energética, la disminución de la dependencia de combustibles fósiles y la sustentabilidad medioambiental. Sin embargo, cuando se revisan los proyectos concretos, las fuentes renovables desaparecen por completo de la lista oficial.

En cambio, el petróleo domina la escena, con propuestas multimillonarias orientadas a expandir la extracción de hidrocarburos en todas sus variantes:

1. Exploración petrolera en aguas someras

  • Monto de inversión: 150 millones USD por proyecto.
  • Objetivo: identificar y explotar yacimientos de petróleo y gas en áreas costeras.
  • Localización: bloques al norte y sur de Pinar del Río, Matanzas, Villa Clara, Artemisa, Mayabeque, Ciego de Ávila, Sancti Spíritus, Camagüey, Las Tunas y Granma.

2. Exploración petrolera en la Zona Económica Exclusiva (ZEE)

  • Monto de inversión: 200 millones USD por proyecto.
  • Objetivo: perforar y explotar hidrocarburos en bloques de aguas profundas.
  • Dimensión territorial: 91 bloques disponibles en 284 000 km² de mar cubano

3. Exploración petrolera terrestre

  • Monto de inversión: 50 millones USD por proyecto.
  • Objetivo: exploración y extracción de petróleo crudo en zonas terrestres de casi todo el país.
  • Disponibilidad: 22 bloques, excluyendo únicamente áreas urbanas y zonas protegidas específicas

En total, la Cartera anuncia en su versión impresa 124 proyectos petroleros, aunque en la versión web solo se muestran seis. Aun así, la magnitud financiera expuesta revela la prioridad absoluta del gobierno: del orden de cientos de millones de dólares dirigidos exclusivamente al petróleo, mientras los proyectos de energía renovable no aparecen con igual nivel de concreción, financiamiento ni prioridad.

Una narrativa ambiental que no se sostiene

El gobierno reafirma en el documento la supuesta prioridad nacional hacia las energías renovables: desarrollo del recurso eólico, biomasa, biogás, hidroenergía y energía fotovoltaica. También afirma que el país cuenta con capacidades técnicas, universidades, plantas industriales y personal calificado para sostener una transición energética real.

La contradicción es evidente:
¿Cómo puede ser prioridad un sector que no cuenta con proyectos específicos dentro de la Cartera de Oportunidades, mientras el petróleo sí los tiene y con magnitudes millonarias claramente definidas?

El texto menciona, por ejemplo:

  • Un plan para instalar 633 MW en parques eólicos, con potencial de producir 1000 GWh/año.
  • Proyección de 19 bioeléctricas con 755 MW, capaces de generar 1900 GWh/año.
  • Construcción de 74 pequeñas hidroeléctricas con 56 MW, generando 274 GWh/año.
  • Instalación de 700 MWp de parques solares fotovoltaicos, con más de 1000 GWh/año previstos.

Pero a pesar de estas cifras alentadoras, ninguno de estos proyectos aparece como una “oportunidad de inversión real” en la Cartera, mientras que cada iniciativa petrolera cuenta con descripciones detalladas, montos y territorios asignados.

Lo que se presenta como “potencial renovable” es apenas un listado técnico, sin propuestas concretas para atraer capital, ni estudios terminados, ni montos de inversión destinados. Es decir: un recordatorio de lo que “podría hacerse”, no de lo que el gobierno realmente busca financiar.

Una estrategia energética anclada en el pasado

Mientras el mundo avanza hacia la descarbonización, la electrificación y la resiliencia climática, Cuba continúa profundizando su dependencia petrolera. Esta decisión no sólo es ambientalmente insostenible, sino también económicamente riesgosa: condena al país a mantenerse atado a un mercado global extremadamente volátil y a una infraestructura envejecida, ineficiente y propensa a fallos sistémicos.

Las propias cifras oficiales revelan la paradoja:

  • La producción eléctrica a partir de fuentes renovables es apenas 4,3 %.
  • Sin embargo, los recursos, esfuerzos diplomáticos y contratos más atractivos se orientan a explorar mares profundos, costas, territorios y zonas sensibles ecológicamente, en busca de petróleo.
  • Los proyectos renovables no se presentan como oportunidades inmediatas, sino como metas abstractas para “hasta el 2030”.

Manipulación del discurso del “desarrollo sostenible”

El uso que hace el gobierno cubano de la Agenda 2030 es instrumental. El documento repite terminología asociada al desarrollo sostenible: “sustentación medioambiental”, “competitividad económica”, “modificar la matriz energética”.

Hasta en la infografía utilizada, coloca a las renovables siempre que se refiere al sector energético, aun cuando el contenido se refiere a combustibles fósiles. Es solo retórica que se traduce en políticas efectivas.

El desarrollo sostenible no puede ser una consigna mientras el Estado continúa:

  • Firmando contratos a riesgo para explotar recursos naturales no renovables.
  • Priorizando la búsqueda de yacimientos petroleros en detrimento de la inversión en energía limpia.
  • Manteniendo una matriz casi totalmente dependiente del crudo.
  • Excluyendo de la Cartera proyectos renovables que podrían transformar la matriz energética.

En vez de fomentar inversión en parques solares, eólicos, hidroeléctricos o bioeléctricas, el Estado apuesta por ampliar la frontera petrolera en áreas críticas del país.

La Cartera de Oportunidades de Inversión Extranjera no es solo un catálogo empresarial: es una radiografía política. Y lo que muestra es el rumbo real de Cuba en materia energética.

Mientras el discurso internacional intenta presentar al país como defensor de la sostenibilidad, la transición energética y la responsabilidad climática, los hechos apuntan en dirección opuesta.

El gobierno ha decidido apostar, de nuevo, por el petróleo, por un modelo económico que envejeció hace décadas, por un esquema energético incompatible con la crisis climática actual.

Y lo más preocupante: ha decidido hacerlo a costa de invisibilizar y excluir las energías renovables, que sí podrían ofrecer soberanía, resiliencia, empleos de calidad y protección ambiental.

Cuba necesita una transformación energética profunda, coherente y urgente. Pero esa transformación no podrá ocurrir mientras las oportunidades de inversión sigan diseñadas para explotar el pasado, y no para construir el futuro.

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